Por Carlos Cámpora
Para LA GACETA - BUENOS AIRES

El 17 de diciembre de este año se cumplió un año del fallecimiento de una de las intelectuales más prestigiosas y a la vez más conocida de la Argentina, Beatriz Sarlo. Como es sabido, son múltiples los escenarios donde ella desplego su labor. En efecto, intervino en el campo editorial en diversas publicaciones del CEAL (Centro Editor de América Latina), en las revistas culturales (primero en Los Libros y luego en Punto de vista) y en la cátedra universitaria (como profesora de “Literatura Argentina II”, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires). Además, publicó numerosas obras (entre las más difundidas, El imperio de los sentimientos, Una modernidad periférica, Borges, un escritor en las orillas, Escenas de la vida posmoderna y La pasión y la excepción). Asimismo, logró ser una “intelectual popular” al escribir en periódicos y frecuentar programas televisivos, generalmente para opinar sobre la actualidad política argentina. Dada la actividad multifacética de la ensayista, esta es imposible de abordar en una breve nota. Por ello, aquí nos centraremos en señalar algunos aspectos de Punto de vista, la revista que la tuvo como mentora durante 30 años.

Sarlo había participado anteriormente en la revista cultural Los Libros. Fundada en 1969 por Héctor Schmucler, ella sufrió distintos cambios en su consejo de dirección, acompañando Ricardo Piglia y Carlos Altamirano a nuestra ensayista en ciertos tramos. Por otro lado, el golpe de Estado de 1976 y la instalación de la dictadura militar llevaron al fin de esta publicación en dicho año. Sin embargo, un tiempo después, en 1978, comienza a publicarse Punto de vista, una revista cultural que de alguna manera es su sucesora y que a lo largo de 90 números se publicará ininterrumpidamente hasta 2008. Al igual que la anterior, esta publicación sufrió distintos cambios en su consejo de dirección, estando Sarlo acompañada también en esta oportunidad en distintos momentos por los nombrados Piglia y Altamirano.

En un trabajo dedicado a analizar la relación de Beatriz Sarlo con el campo editorial, Analía Gerbaudo e Ivana Tosti han señalado que, aunque no existe un total consenso sobre la periodización de la publicación, podrían reconocerse en ella tres momentos. Así, una primera etapa iría hasta el número 17 (abril-julio de 1983), justo antes de la apertura electoral. A partir de allí, surge una segunda fase marcada por la adaptación a la democracia recuperada, donde la revista deja de ser una práctica de “resistencia”, como lo era bajo la dictadura. Esta etapa se extendería hasta el número 78 (abril de 2004), cuando Altamirano, Gramuglio y Sábato abandonan el consejo de redacción. Tras esta ruptura, se cierra dicho órgano y, en el siguiente número, Adrián Gorelik asume como subdirector, conformándose un nuevo consejo con otras figuras.

Por otra parte, las citadas autoras también destacan que, a pesar de diferentes obstáculos, la publicación logró mantener ciertas prácticas distintivas. Puede mencionarse en este sentido la promoción de un canon literario y artístico selecto, construido principalmente por autores y artistas que la revista ayudó a posicionar. Además, cabe señalarse la difusión de teorías para debatir posiciones hegemónicas en las ciencias humanas y sociales argentinas. Por último, se puede nombrar también la defensa de principios éticos y políticos que vertebran el trabajo intelectual, motivados por una voluntad de intervenir en la realidad.

Puede decirse así que la revista realiza dos operaciones clave: actualiza la crítica y redefine la tradición literaria argentina. En la primera, revisa los enfoques teóricos dominantes de la década pasada, como el estructuralismo y el psicoanálisis, buscando alternativas más abiertas y estimulantes. Introduce en Argentina a críticos como Raymond Williams y Richard Hoggart, cuyas ideas permiten analizar zonas marginadas de la cultura. Además, recupera la obra de Pierre Bourdieu, enfocándose en el orden simbólico y conceptos como “campo intelectual”, que se incorporan al lenguaje crítico. En cuanto a la segunda operación, esta implica una revisión de la literatura argentina, abarcando autores y movimientos clave. La revista crea de este modo un sistema interpretativo nuevo, relacionando política, ideología y literatura, y reordena la tradición a partir de rupturas literarias como el Martín Fierro.

Las operaciones anteriormente señaladas de Punto de vista tienen un antecedente ilustre en Contorno. Sin embargo, la publicación nacida en 1978 pudo alcanzar una duración muy superior a la surgida en 1953, lo cual le permitió desarrollar una tarea de mayor envergadura. A pesar de las dificultades económicas y políticas (recordemos, nació en plena dictadura) y de los cambios en el equipo de la revista, la publicación logró dejar una huella significativa en la cultura argentina. Y, por cierto, la actuación en ella de Beatriz Sarlo fue esencial en tal logro.

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Carlos Cámpora, licenciado en Letras (UBA), doctor en Ciencias Sociales (UBA). IG: carloscampora01